viernes, 29 de enero de 2010

Protege tus fotos en Internet (para que no te pase lo que a Llamazares)




Ramón Peco.- De qué manera terminó una foto electoral del diputadode Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, formando parte del retrato robo trealizado por el FBI para actualizar la imagen de Bin Laden es una cuestión controvertida. Sea como fuese, lo cierto es que el caso nos ha llamado la atención, pues pone de manifiesto los peligros relacionados con que nuestras fotos se difundan alegremente por Internet. El parlamentario español no acepta las explicaciones oficiales de Estados Unidos. Al parecer, un "artista forense" del citado organismo de seguridad habría localizado en Google por relativa casualidad la imagen del rostro de Llamazares.
Pero al diputado dicha explicación no le convence, pues piensa que la búsqueda tuvo que realizarse a conciencia, ya que para localizar dicha foto tendría primero que teclearse su nombre y apellido en el popular buscador.
Según dice el propio afectado, el motivo de que esa agencia de seguridad disponga de su foto puede ser debido a que hayan realizado un fichero de personajes en función de sus ideas políticas. Además, Izquierda Unida, ha manifestado en un comunicado su preocupación por que esa práctica pueda realizarse con otros ciudadanos.




El chapucero fotomontaje que permitió a un "artista forense" del FBI elaborar una imagen robot de un Osama Bin Laden envejecido se realizó con un "copia y pega" del pelo de una foto de Gaspar Llamazares.
Nosotros hemos hecho la búsqueda en Google Imágenes y, efectivamente, si solicitamos fotos de gran tamaño usando los términos de búsqueda Gaspar Llamazares aparece una foto como la que el FBI utilizó de materia prima para elaborar el famoso retrato robot.
Esa clase de imágenes de gran formato de políticos y personajes públicos suelen abundar en Internet, pues los gabinetes de prensa las distribuyen en alta resolución para los medios impresos. Si realizamos búsquedas de fotos de José Luis Rodríguez Zapatero y de Mariano Rajoy encontramos imágenes similares.
Pero no sólo nos toparemos con fotos de políticos realizando esa clase de búsquedas. Si en Google tecleamos -por ejemplo- la palabra "retrato" y solicitamos fotos de alta resolución, encontramos muchas imágenes de personas más o menos anónimas. Seguramente sus autores -o los que aparecen en ellas- probablemente nunca pensaron que podrían terminar siendo visibles y accesibles para millones de internautas.
Vale copiar, pero no de cualquier forma
Una imagen localizada a través de Google no puede usarse libremente si su autor no lo permite. Eso es algo que sabe casi todo el mundo (aunque muchas veces no lo parece).
Google Imágenes, como otros buscadores de fotos, es sólo un sitio en el que podemos solicitar fotos para verlas, no para usarlas libremente. Incluso en el caso de que una foto sea transformada drásticamente es necesario que el autor conceda permiso para ello. Algo a tener en cuenta.
Además, a pesar de que el autor decida permitir la difusión de una foto, no siempre los términos de la licencia de uso permiten que las imágenes, como ha sucedido en el caso Llamazares, sean alteradas.
Cada vez son más los medios de comunicación y empresas de publicidad que buscan imágenes en Internet y en redes sociales para hacer un uso comercial de las mismas. De hecho, existen incluso buscadores especializados en localizar fotos libres de derechos de autor, como Sprixi. Pues bien, aunque localicemos imágenes con licencias Creative Commons o similares, no todo el monte es orégano ni podemos hacer lo que nos plazca con ellas.
En ocasiones pensamos que una imagen, por el mero hecho de provenir de un gabinete de prensa o tener una licencia abierta, puede ser usada como nos venga en gana. Gran error. Hay que consultar el tipo de licencia escogido por el autor o por la empresa que la difunde.
Si visitamos la página de Creative Commons en España podemos ver los tipos de licencia que existen. Conocer esta información es clave para un fotógrafo. En función de cada foto, deberíamos usar una licencia u otra si deseamos controlar la difusión de nuestras imágenes en función de su naturaleza.
Si estamos publicando imágenes en Flickr, se nos dan varias opciones para determinar un tipo de licencia u otra por defecto. Podemos optar por reservar todos los derechos o bien decantarnos por una modalidad de licencia Creative Commons. En cualquier caso, siempre podemos, al publicar una foto, cambiar la licencia escogida en función de la naturaleza de la imagen.
En una web personal, al publicar imágenes lo primero que debemos hacer si optamos por una licencia Creative Commons es rellenar un formulario con los términos de uso que deseamos. Además, podemos indicar en los metadatos de la foto el tipo de licencia escogida (casi todos los programas profesionales de tratamiento de imágenes permiten hacer esa operación).
En la web, conviene acompañar la foto de un texto en el que tal cosa quede indicada. Si no nos conformarnos con eso, podemos insertar una marca de agua en la imagen. Pero entonces es recomendable que el texto que introduzcamos sea discreto y no altere la lectura de la propia foto (a no ser que nuestra intención sea venderla o impedir a toda costa su difusión).
En el caso de que busquemos imágenes para transformar y difundir debemos asegurarnos de que la persona que está publicando la foto es verdaderamente su autor. Desgraciadamente, no es raro que algunos cuelguen con licencias Creative Commons imágenes que no les pertenecen.
En Flickr esto puede comprobarse si analizamos los metadatos EXIF de la imagen (siempre que el fotógrafo en cuestión haya decido que éstos se difundan). Si la foto no está en Flickr, podemos también acceder a los datos de la imagen si son públicos (cosa que ocurre con frecuencia) y saber algo más sobre ella. En ese caso, es recomendable usar el complemento Exif Viewer en Firefox o cargar la foto en esta página web.
El tamaño es la clave
Cuando las fotos pertenecen a nuestra vida privada -retratos de familiares y amigos, por ejemplo-, conviene no mostrarlas con un gran tamaño. Ésa es la mejor garantía de que no sean usadas por nadie. En Flickr, por ejemplo, es posible guardar todas las imágenes en alta resolución si se dispone de una cuenta profesional, pero es posible determinar que sólo su propietario pueda acceder a esa versión.
Un ancho de 600 píxeles si la imagen es horizontal o de 400 si es vertical, es más que suficiente para que todos puedan ver nuestras fotos y éstas no resulten atractivas para que otros las usen.
El motivo, como es bien sabido, es que una imagen con esa resolución apenas sirve para otra cosa que para ser reproducida tal cual en Internet, sin pueda ser reencuadrada ni apenas plasmada en papel.
Si, por ejemplo, una revista copia de Internet una foto con un tamaño de 600 x 400 píxeles y con una resolución de 72 ppp, al transformar esa resolución a 300 ppp, algo muy usual en impresión, la imagen resultante sólo podría reproducirse -con ciertas garantías- con un ancho de 50 milímetros.
Si deseamos mostrar otra clase de imágenes en Internet y evitar al mismo tiempo su explotación comercial o manipulación, un tamaño idóneo sería usar un ancho de unos 1000 píxeles. De esa forma, se aprecian perfectamente las texturas de la foto, pero si alguien las copia no es fácil hacer un nuevo encuadre de la imagen o publicarlas a gran tamaño en un medio impreso.
El blog The Big Picture, por ejemplo, publica fotos con un ancho de 980 píxeles. Según comenta su creador, Alan Taylor, ese sistema se encuentra en el límite de lo que toleran las agencias de información periodísticas (de las cuales proceden la inmensa mayoría de fotos que en ese blog se publican).
También existe una alternativa más drástica para que las fotos que difundimos a través de una web personal no aparezcan en Google. El propio buscador nos permite eliminar completamente una página de sus búsquedas. Y si no deseamos aplicar tanta contundencia, podemos solicitar que sólo sean visibles para sus robots de búsqueda ciertas zonas de una web o algunas fotos. El procedimiento para ello es bastante sencillo.
Aparte de todo eso, debemos pensar como fotógrafos en lo que aparece representado en las fotos que difundimos. Si hemos fotografiado a personas en un espacio privado, no podemos publicar esas fotos sin su consentimiento, algo que tampoco podemos hacer cuando aparezcan en ellas menores cuyos padres o tutores no nos den por escrito su consentimiento (aunque éstos se encuentren en un espacio público). Del mismo modo, tampoco es posible difundir fotos libremente de miembros de los cuerpos de seguridad.
No son éstas las únicas normas existentes que hay que tener en cuenta, pero sí son las más importantes. En cualquier caso, nada puede reemplazar al sentido común a la hora de determinar qué fotos podemos o debemos hacer, difundir o alterar.
En el FBI, por lo visto, no se andan con chiquitas. 

Publicado en quesabesde.com

miércoles, 20 de enero de 2010

10 tics, manías o costumbres fotográficas a erradicar

Eduardo Parra.- Dime cuántas fotos has hecho y te diré cuántas manías tienes. Producto de un mal aprendizaje o un exceso de confianza, los fotógrafos hemos acumulado con el tiempo unas cuantas manías de las que no sólo no sabemos salir, sino que ignoramos que las sufrimos. En QUESABESDE.COM nos hemos autoimpuesto el propósito de erradicar diez de nuestros tics fotográficos más arraigados.

Los experimentos que los haga otro. Muchos fotógrafos nos aferramos a lo que conocemos y no vamos más allá de lo que hemos aprendido en nuestros primeros pasos fotográficos. No usamos las velocidades lentas por miedo a trepidaciones, nos negamos a utilizar flashes separados de la cámara y no concebimos hacer exposiciones múltiples. Formamos así un círculo vicioso del que no sabemos salir: no experimento porque lo voy a hacer mal, y como lo voy a hacer mal, no experimento.

El modo manual es para los profesionales y los automáticos, para el resto. Todos los modos de la cámara tienen un sentido y una ocasión -o varias- para ser utilizados. Desde hace algunos años, muchas cámaras ofrecen modos de trabajo manuales, y no son pocos los aficionados que se niegan a utilizarlos con la excusa de que "eso es para profesionales". Por su parte, la falsa creencia entre los profesionales de que los grandes fotógrafos utilizan sólo el modo manual ha hecho del modo programado una alternativa apestada a la que cualquier profesional que se precie afirma no recurrir.

Antes de que hubiese pantallas todo era oscuridad. Desde la llegada de las cámaras digitales nos hemos acostumbrado a escudriñar la toma en la pantalla nada más realizarla hasta el punto de obsesionarnos con ella. Este monitor actúa para muchos fotógrafos -independientemente de su estatus- como un tranquilizante del que se abusa hasta convertirlo en una adicción. En no pocas ocasiones disparamos una toma de prueba y corregimos en base a ella, olvidándonos de componer y medir mentalmente para tener la foto en la cabeza antes que en la tarjeta.

¿Manual de instrucciones? ¿Qué manual de instrucciones? Los libros de instrucciones que se incluyen con las cámaras suelen ser infumables, aburridos, demasiadas veces mal traducidos y difíciles de leer. Pero tenemos que hacerlo. Las cámaras ofrecen mil funciones, algunas de las cuales nos pueden salvar una foto. Limitar el rango de sensibilidades o impedir que la cámara pase de tal velocidad, grabar fotos de una tarjeta a otra -prestación de valor incalculable para los fotoperiodistas- u ocultar una imagen para que parezca que no se ha tomado son pequeños detalles que no está de más conocer.


En QUESABESDE.COM ya hemos desempolvado nuestros viejos libros para retomar algunas buenas costumbres fotográficas.

La saco de la caja y empiezo a disparar. Al contrario de lo que muchos piensan, una cámara, cuanto más avanzada, más preajustes exige. Muchos fotógrafos creen que las cámaras de gama alta pueden utilizarse con sólo sacarse de la caja, y eso no es así. Una SLR incluso de gama baja requiere de la configuración previa de parámetros como la nitidez, el contraste o el perfil de color al gusto del usuario y en base a sus necesidades.

O todo o nada. Víctimas de los extremos, algunos fotógrafos llevan en sus bolsas menos equipo del que necesitan o más del que realmente van a usar. Tanto los que pecamos de exceso al meter en la bolsa hasta el último filtro como los que prescindimos hasta de un paquete de pilas de reserva vamos mal. Ni hay que pasarse ni tampoco hay que quedarse cortos.

Las sensibilidades altas, una temeridad. Que los valores ISO más altos interfieren en la imagen en forma de ruido electrónico es un hecho. Sin embargo, ni todos los conceptos de ruido son iguales ni todas las cámaras son iguales. Muchos fotógrafos siguen estancados en planteamientos de hace tres o cuatro años, cuando pasar de 800 ISO con una réflex de gama alta era una locura, y sólo por miedo no explotan las posibilidades de las cámaras actuales.

Con una cámara réflex se puede hacer de todo; las compactas no valen para nada. Si cada foto tiene su focal, cada escena tiene su cámara. Es cierto que las réflex suelen ofrecer mejor calidad y prestaciones, pero hay situaciones en las que una pequeña compacta no tiene rival, como en los macros o los "robados", o cuando nos vemos obligados a cargar con el equipo durante mucho rato.

Si sirve para navegar, el monitor de nuestro ordenador también sirve para ver y editar fotos. No todos los monitores son iguales ni todas las salas tienen la misma luz. Editar o visualizar una imagen en un portátil no es como hacerlo en la pantalla de 30 pulgadas de un ordenador de sobremesa. No tener en cuenta estos detalles puede llevar a una enorme frustración al imprimir las fotos o visualizarlas en otros monitores.

El enfoque manual es sólo para puristas. Inmersos en la época del autofoco, el enfoque manual es un plan B que muchos han olvidado por completo. Como ocurre con las cadenas del coche, que sólo nos acordamos de ellas cuando tratamos de sobrevivir a un temporal de nieve (y es entonces cuando nos damos cuenta de que no las sabemos colocar), este modo de enfoque ha de formar parte de nuestro repertorio fotográfico.

martes, 19 de enero de 2010

Macrofotografía de invierno

Para los que nos gusta pasar largas jornadas en el campo haciendo macrofotografía, la llegada del frío supone una verdadera ruptura con nuestro entorno natural. De repente, un día, como por arte de magia, desaparecen todos esos bichejos que nos han estado haciendo la vida más fácil durante los meses de calor.

Pero una vez superado ese primer golpe, debemos rehacernos y buscar alternativas para no deprimirnos en invierno y sobre todo para no perder la práctica, que os aseguro que se pierde. Para ello os voy a dar una serie de ideas para seguir disfrutando de la macrofotografía en invierno.


Rebusca, que algo queda
Está claro que el frío invernal hace desaparecer a casi todos los insectos de nuestro entorno, pero si tenemos algo de paciencia y pericia a la hora de buscar seguro que encontraremos más de un modelo dispuesto a que le hagamos una sesión fotográfica en condiciones.

la presencia de nubes es muy habitual en los días de invierno, lo cual nos proporciona un difusor natural de excelente calidad, si además no hace viento tendremos todo el tiempo del mundo para preparar la foto y disparar a nuestro antojo.
Recordad que los insectos estarán menos activos, pero eso no quiere decir que no estén. Buscando con cuidado entre ramas y hojas seguro que somos capaces de encontrar alguno. Además contamos con que el frío hace que sean menos inquietos y esto favorece nuestros intereses fotográficos, ya que nos será posible hacer fotos con más calma y dedicación.

Mira en tu interior
O mejor en el interior de tu casa, seguro que tienes una planta en el salón que puede mostrar su cara más amable y curiosa al ser fotografiada desde cerca. Alguna pequeña mascota también puede salir del anonimato y convertirse en famosa por un día, por qué no.

Los acuarios son difíciles de fotografiar, por los cristales y los reflejos que se producen en ellos, pero también puede ser un reto interesante del que aprender técnicas de iluminación y practicar con la profundidad de campo.


Pero no sólo de seres vivos vive el “macrofotografobuscandocosillasporcasa”, hay otra serie de artículos cotidianos que podemos analizar con la lupa para buscar otra visión más detallada y que estéticamente nos satisfaga. Detalles de frutas, figuritas y texturas de diferentes materiales pueden servirnos para realizar fotografías de acercamiento muy originales.

Muchas más cosas para practicar
Ya hemos rebuscado por todo el jardín y tenemos a la única mariquita que quedaba aburrida de fotos. Nuestra familia nos mira raro porque nos han pillado fotografiando un detalle del sumidero del bidé, ¡qué texturas…!, pero aun no estamos satisfechos. Es normal ya que todavía tenemos todo un pequeño mundo a nuestro alcance para seguir buscando motivos, sólo hay que echarle imaginación y visión macrofotográfica.


ya que las hormigas están a buen resguardo en el interior de sus hormigueros, ¿qué tal una hormiga en ámbar de hace unos cuantos millones de años?
Una opción que da muy buenos resultados es la de fotografiar cristales de minerales de pequeño tamaño, los hay bellísimos y no son caros, algunos incluso los podemos encontrar en el campo. Esta modalidad además nos permitirá trabajar en un pequeño estudio en el que podemos practicar diferentes técnicas de iluminación y encuadres.


Como veis hay múltiples posibilidades para seguir disfrutando de la macrofotografía a pesar del mal tiempo, sólo tenemos que echarle un poco de imaginación al asunto y buscar objetos que puedan servirnos de modelos para nuestras fotos de cosas pequeñas. Además, estas sesiones de invierno nos servirán para practicar con luces, encuadres y enfoques, lo cual nos será de mucha ayuda cuando vuelva la primavera con todo su esplendor.

Fotos | Mario Ximénez